19 octubre 2008

El jardín dorado

Leo El jardín dorado de Gustavo Martín Garzo, publicado por Lumen. En él encuentro un personaje, Nómada. El hombre con sólo una cabeza que habla, sin tronco ni extremidades. El narrador. Cuenta lo que vive, lo que ve o lo que inventa y me detengo en la página 88:

"Nómada tenía el arte supremo de encantarnos con sus palabras. El timbre de su voz, sus inflexiones, su habilidad para cambiar de tono según los distintos momentos de su relato, y la belleza siempre sorprendente de sus historias, nos dejaban boquiabiertas mientras le escuchábamos. Una vez nos dijo que el narrador era un ladrón. Y que aquel mundo de historias y fabulaciones se confundía con las cuevas en que los ladrones guardan su botín. Narrar era mostrar ese botín, tal vez estar orgulloso de vigilarlo; pero nunca sentirse su dueño, pues esa riqueza pertenecía a todos los hombres".

Leyendo eso se me viene a la cabeza de que los narradores somos ladrones del tiempo, ladrones de imágenes, de la belleza de las cosas, de lo que brilla, del más preciado tesoro de los seres humanos... sus recuerdos.

"Contar era hallarse en el corazón mismo de la escucha, percibir la voz perdida de las cosas. Una voz que no pertenecía a nadie. Ésa era la voz del cuento, y su misión era lograr que fuera devuelta al oído".

"Nadie como Nómada sabía mantener en suspenso el corazón de sus oyentes, y esta historia fue sin duda una de sus mejores invenciones. Y creo que a su manera fue respetuoso con la verdad. Él sostenía que todas las historias guardan un espacio de silencio, un centro de materia intocable, y sabía que había de ser respetado. Eso hizo con su historia, preservar ese silencio".

"El hombre no puede vivir con la verdad, la verdad del mundo, la verdad de sí mismo; pero tampoco puede vivir sin ella. [...] Para eso existían las historias, para tenerla cerca y oculta a la vez. Nómada solía decir por ello que había que sabes escuchar esas historias. Hacerlo con los ojos puestos en lo que contaban, y el oído en lo que callaban".

Festival Vivamerica

El pasado sábado estuve en el II Festival Vivamerica que organiza Casa América.

Mi llegada coincidió con la visita de los Príncipes de Asturias y tuve que atravesar medidas de seguridad y guardias que me pedían que abriese mi maleta. Por suerte, los miembros de la organización estuvieron presentes en todo momento intentando aclarar el tema, asegurando que yo era invitada al festival y no era ni delincuente ni terrorista. Pero la seguridad es la seguridad y mi maleta fue abandonada a un rincón y un perro de la policía se acercó a olerla. Como no tenía nada sospechoso me dejaron entrar a la cafetería con ella.

Después de este incidente, todo lo demás fue fenomenal. Me contaron la leyenda fantasmagórica del Palacio de Linares y me hizo una foto Daniel Mordzinski.

Conocí a gente estupenda como Vladdo, caricaturista colombiano de humor ácido altamente recomendable. También conocí a Fernando, Virginia, Yolanda... Aproveché para ver a viejas amigas, y a charlar largo y tendido con ellas. Y tuve la oportunidad de asistir a una charla entre Juan Padrón y Quino en la que hablaban de sus quinoscopios, del impacto social del arte, de cómo se las arreglaban para trabajar sin medios, de la ilusión que tenían y de la fuerza creativa.

También pude escuchar a Fernando Birri, que causalmente nació el mismo día que yo, cincuenta años antes. Y en un tono provocador acabó su conferencia diciendo que el arte era necesario para no matar al niño que habita en cada uno de nosotros.

En cuanto al espacio para la narración oral, los cuentos se hacían en la carpa. Las luces no se podían regular y los narradores no teníamos un lugar donde cambiarnos. Por lo demás, había un técnico de sonido muy simpático y se hicieron pruebas de luz y sonido media hora antes.

Aquí podéis ver las fotos.


casamerica
Cargado originalmente por patriciapicazo

Me contaban las organizadoras que durante toda la semana hubo una media de 150 personas escuchando cuentos. Decían que era la actividad donde más gente había. Y me preguntaban por qué este formato funciona tan bien. Y yo me pregunto, y si funciona tan bien, ¿por qué no se le trata mejor?

09 octubre 2008

Encuentros otoñales

El otoño ha empezado con fuerza. En quince días dos encuentros.

El primero, el IV Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas en Coruña

Podéis encontrar mucha información en estos blogs:
deakialli documental, el blog de Catuxa Seoane
dospuntocero, el blog de Didac Margaix
cadaunadas, el blog de Enzo Abbagliati

Encontrarte con viejos amigos es siempre de agradecer, en un ambiente agradable, viendo el mar y escuchando muchos temas interesantes. El Ribeiro sabe mucho mejor en Galicia, vaya que sí. Y los percebes no digamos.

Aquí tenéis algunas fotos.


IV Congreso BP Coruña 2008
Cargado originalmente por patriciapicazo
El segundo encuentro fue una semana después de Coruña, el 3 y 4 de octubre en Béjar. Allí nos juntamos trece narradoras y narradores de Castilla y León y Extremadura para conocernos, ponernos caras, charlar, comer...
Para recordar, el viernes por la noche, buena conversación, con pastelitos de chocolate, cerveza y buen vino. Hasta las tantas. Y cómo olvidar del potaje de verduras que me hicieron especialmente para mí. Gracias Valia.

bejar
Cargado originalmente por patriciapicazo

02 octubre 2008

Otoño

Encanto de tus otoños infantiles, seducción de una época del
año que es la tuya, porque en ella has nacido.
La atmósfera del verano, densa hasta entonces, se aligeraba y
adquiría una acuidad a través de la cual los sonidos eran casi
dolorosos, punzando la carne como la espina de una flor. Caían las
primeras lluvias a mediados de septiembre, anunciándolas el trueno
y el súbito nublarse del cielo, con un chocar acerado de aguas libres
contra prisiones de cristal. La voz de la madre decía: «Que
descorran la vela», y tras aquel quejido agudo (semejante al de las
golondrinas cuando revolaban por el cielo azul sobre el patio), que
levantaba el toldo al plegarse en los alambres de donde colgaba, la
lluvia entraba dentro de la casa, moviendo ligera sus pies de plata
con rumor rítmico sobre las losas de mármol.
De las hojas mojadas, de la tierra húmeda, brotaba entonces un
aroma delicioso, y el agua de la lluvia recogida en el hueco de tu
mano tenía el sabor de aquel aroma, siendo tal la sustancia de donde
aquél emanaba, oscuro y penetrante, como el de un pétalo ajado de
magnolia. Te parecía volver a una dulce costumbre desde lo extraño
y distante. Y por la noche, ya en la cama, encogías tu cuerpo,
sintiéndolo joven, ligero y puro, en torno de tu alma, fundido con
ella, hecho alma también él mismo.

LUIS CERNUDA
En Luis Cernuda para niños, p. 103