02 octubre 2008

Otoño

Encanto de tus otoños infantiles, seducción de una época del
año que es la tuya, porque en ella has nacido.
La atmósfera del verano, densa hasta entonces, se aligeraba y
adquiría una acuidad a través de la cual los sonidos eran casi
dolorosos, punzando la carne como la espina de una flor. Caían las
primeras lluvias a mediados de septiembre, anunciándolas el trueno
y el súbito nublarse del cielo, con un chocar acerado de aguas libres
contra prisiones de cristal. La voz de la madre decía: «Que
descorran la vela», y tras aquel quejido agudo (semejante al de las
golondrinas cuando revolaban por el cielo azul sobre el patio), que
levantaba el toldo al plegarse en los alambres de donde colgaba, la
lluvia entraba dentro de la casa, moviendo ligera sus pies de plata
con rumor rítmico sobre las losas de mármol.
De las hojas mojadas, de la tierra húmeda, brotaba entonces un
aroma delicioso, y el agua de la lluvia recogida en el hueco de tu
mano tenía el sabor de aquel aroma, siendo tal la sustancia de donde
aquél emanaba, oscuro y penetrante, como el de un pétalo ajado de
magnolia. Te parecía volver a una dulce costumbre desde lo extraño
y distante. Y por la noche, ya en la cama, encogías tu cuerpo,
sintiéndolo joven, ligero y puro, en torno de tu alma, fundido con
ella, hecho alma también él mismo.

LUIS CERNUDA
En Luis Cernuda para niños, p. 103

2 comentarios:

Carmen Ibarlucea dijo...

Hola preciosa,
ha sido genial compartir estos días contigo. Ya te he visto en el youtube...¡genial el cuento del león!

Un abrazo apretado,
Ipe

Patricia Picazo dijo...

Gracias, guapa. Acabo de llegar a Peñaranda y me ha recibido con lluvia. Para mí también fue estupendo verte y charlar.
Muchos besos