30 marzo 2010

Otro que se va...

Finaliza marzo, uno de los mis meses preferidos: anunciador del buen tiempo, el mes que me vio nacer, el mes ventoso por excelencia, el del fuego y el ruido de mi tierra. El mes más celebrado por las mujeres, el del santo borrachín que lleva mi nombre (de la casta le viene al galgo, decía mi abuela), el del día del teatro y el del cambio de hora. El mes loco de instancias y subvenciones. El mes de la poesía y del agua (será por agua...)

Marzo, poeta, actor y mujeriego. Con él empezamos a hacer excursiones domingueras, a notar los síntomas de las alergias y de las hormonas bailongas, a empinar el catxirulo y saltar a la comba. En el campo, los árboles verdean ante un cielo más azul en el que vuelan veloces las golondrinas.


Este mes me han acompañado varias lecturas entre álbumes ilustrados como Campos de Fresas, ¿Quién quiere un rinoceronte barato? o El abrigo; también ha habido recomendaciones como La mecániza del corazón de Mathias Malzieu, al que tengo ganas de hincarle el diente; libros a medio leer como El caballero de la Finojosa, novela histórica sobre la Salamanca medieval; así como un par de películas que me han gustado como Sherlock Holmes, con la que me lo pasé pipa o El escritor, que me conmovió.


Un mes lleno de proyectos en el que, ¡por fin!, ha salido el sol.

09 marzo 2010

Homenaje a mis veinte años

La ventaja de viajar escuchando la radio es que entre entrevistas, programas de opinión o noticias, a veces las ondas regalan esos viejos temas que le llevan a una a viajar en el tiempo y transportarse a otros lugares, recordar historias, momentos, personas, olores, estados de ánimo, sentimientos... Entonces, me doy cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa. ¡Si parece que fue ayer cuando bailaba esta canción por los bares de Murcia con un brazo en alto y el otro sosteniento el cubalitro de calimocho!.


08 marzo 2010

De rojo, por favor

Como cada mañana se levantó más o menos temprano según sus cánones. Puso la cafetera al fuego y se metió en la ducha. Le gustaba secarse con el olor de fondo a café recién hecho. Con la toalla enrollada en el pelo, preparó el desayuno: tostadas con aceite y tomate, café con leche y una manzana. Se puso sus pantalones preferidos: unos pantalones de lino negros muy gastados con los camales deshilachados que se arrastraban por la parte de atrás, un jersey negro de cuello vuelto y una chaqueta verde de lana con dos botones que se acababa de comprar por Internet.

Todavía descalza (lo mejor lo guardaba para el final) se quitó la toalla de la cabeza y se secó el pelo. Cuando estaba alisando el flequillo con el secador, la vio. Brillante y blanca como la luna, por encima de todos los demás. Allí estaba, demostrándole que los años no pasaban en balde y por mucho que celebrara cumplirlos, había que pagar un precio. Hacía muchos meses que ya había aceptado las incipientes patas de gallo como lineas de expresión, además de persuadirse de que esos pequeños surcos en el cutis le daban un aspecto de mujer madura, interesante, con experiencia en la vida. Ahora tendría que acarrear el peso de una cana y, con ella, el de muchas más.

Ella, que desde los 15 años había pintado su pelo desde el amarillo canario hasta el azul, pasando por el verde, rosa y una diana de colores... Que por fin después de muchos años se sentía orgullosa de su color de pelo (un castaño de lo más común), tendría que pasar de nuevo por los teñidos, los retoques o los baños de color, para cubrir lo que los años le mostraba. Y de esta forma, empezar a aparentar una edad que se alejaba de sí misma con la misma rapidez que una estrella atraviesa el cielo.

Aquello era una burla del destino. Ella, que se había deshecho de maquillajes, quitaojeras, tapagranos, brillos, rimel y lápiz de labios. Defensora a ultranza de la sencillez y la naturalidad, se perjuró que jamás se teñiría el pelo. Al fin y al cabo, el pelo blanco en los hombres les daba ese aspecto madurito interesante a lo George Clooney, ¿por qué en ella iba a ser menos?

Orgullosa de su decisión, se puso los calcetines y las botas negras que se había comprado en una zapatería cerca de su casa. Le encantaban los zapatos y aquellas botas habían sido amor a primera vista. Adoraba el momento de elegir zapatos. Pero cuando se fue a incorporar para coger el bolso, le entró un dolor de lumbago que la dejó hecha un cuatro, tirada en la cama con antiinflamatorios, sin ir a trabajar y con la frustración de tener que cancelar la cita a ciegas que sus amigos le habían preparado como regalo de cumpleaños.

Después de una semana de convalencia, su reaparición en el trabajo dio mucho que hablar. Todos alabaron el corte de pelo y el color rojo que había elegido dándole un aire mucho más juvenil. "Va, no es para tanto, un pequeño cambio de look nunca viene mal" respondía ella, como restándole importancia.


05 marzo 2010

Tenemos un curso

Si no sabes cómo celebrar la primavera, los días 27 y 28 de marzo, te proponemos un fin de semana sin parangón en la Sierra de Ávila, en la Casa Rural La Serrota, www.laserrota.es

A tan sólo 35 km de la ciudad, te esperamos con una actividad muy interesante:

Laboratorio sobre la historia en el arte de contar de viva voz

impartido por José Campanari


Un original taller de cuentos en el que abordaremos la historia, cómo se origina, su estructura, de dónde podemos inventar historias o nutrirnos de nuevas. Además, veremos una preciosa película en la que los recuerdos ficticios son protagonistas.

Ya sabes, si no sabes lo que hacer, te lo ponemos fácil... ¡y barato! Por sólo 150 €, podrás venirte el sábado y domingo y por 20 € más te puedes venir todo el fin de semana desde el viernes!. Con alojamiento y dietas incluidas.

Trae toalla, ganas de contar y de escuchar. Si tienes curiosidad de saber qué es eso de los cuentos o quieres indagar por primera vez en el tema, el laboratorio está abierto a todo el que quiera curiosear y olisquear entre palabras, recuerdos e historias.

Si no tienes coche dínoslo porque podemos ir a recogerte en Ávila.

Para inscribirte sólo tienes que ingresar 50 € para reservar la casa en este número de cuenta: BBVA 0182 1168 40 0201547838 poniendo tu nombre, apellidos y Laboratorio de cuentos.

¡¡¡ANTES DEL 22 DE MARZO!!!


Más información:

Sobre el laboratorio:
José Campanari: jcampanari@hotmail.comPatricia Picazo: patricia.picazo@hotmail.com

Sobre reservas y estancia:
Ana Martín: laserrota@gmail.com