10 abril 2011

Automedicación

Siempre que puedo, evito ir al médico. Tampoco me gusta tomar ninguna droga legal o ilegal, medicamento ni nada que no sea natural o que puedan tomar los niños. Puede parecer una manía, pero es como si se me ensuciara el cuerpo por dentro. Por todo el mundo es sabido que una gripe tiene tres días de subida y tres días de bajada. Por más paracetamol que uno tome, eso es impepinable. Tampoco me automedico. Si me encuentro muy mal, como último recurso, voy al médico a que me mande cosas. Después de leer detenidamente el prospecto, me lo tomo. Pero sé de otros métodos de automedicarse: por ejemplo, haciendo uso de las redes sociales o buscando en foros especializados.

Ando a vueltas con un libro que trata de la relación entre la medicina y la religión. Cómo durante muchos siglos los avances médicos estuvieron supeditados a creencias religiosas de judíos, musulmanes y cristianos. Hasta el siglo XVII no se realizaron autopsias por respeto a los muertos. También explica la primera forma de automedicarse de la historia.
"Cuenta Herodoto que tanto los caldeos, como los egipcios y los habitantes de Hispania y Lusitania, empleaban un método curativo que consistía en sacar los enfermos a la calle, de manera que las gentes que pasaban ante ellos se detuvieran, movidas por la compasión, a interesarse por su dolencia y que casi siempre se daba el caso de que un transeúnte reconociera los síntomas por haberlos sufrido en sus propias carnes, por lo cual, inmediatamente aportaba ideas terapéuticas, narrando cómo había él conseguido curarse de aquel mismo mal. Fue el primer método de la automedicación de la historia de la Medicina y el inicio de una costumbre que perdura hasta nuestros días".
Se supone que se le hacía caso al consejero y que el enfermo siguiendo las indicaciones, se curaba de su mal. Eso suponiendo que nadie hiciera trampa y en lugar de contar la verdad, el consejero se entretuviera contando viejas historias o inventando posibles remedios. E incluso podría ocurrir que el propio enfermo exagerara su mal para dar pena y relatara dolencias inexistentes buscando consuelo. Claro que eso ya no formaría parte de un proceso médico y la curación, en el caso de haberla, sería totalmente casual y espontánea.

A veces, también utilizo esta vía pero reconozco que por cuestiones profesionales porque cuando cuento mis males, lejos de ayudar a mi curación con posibles medicinas o hierbas, la gente me acaba contando las enfermedades suyas y las de su familia. No se corta en dar detalles escabrosos mirándome con cara de "así que no te quejes que no es para tanto". Y yo, me consuelo porque pienso "pues es verdad". Me voy a mi casa tan campante con un montón de material de trabajo y, después de mirar por internet esas enfermedades, marco el número del centro de salud.

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