13 diciembre 2011

Dickens, el muérdago y los besos

Al muérdago están asociadas multitud de historias y leyendas ya que se considera una planta mágica desde la Antigüedad. Los sacerdotes celtas lo utilizaban para diferentes ocasiones: para protegerse de los rayos, de la maldad, de las enfermedades, para curar heridas o para ayudar a las mujeres en la concepción. Para ellos era un símbolo de paz y un potente amuleto protector. Con él diseñaban guirnaldas que adornaban las puertas de las casas para proteger de espíritus maléficos. Desde entonces se le considera una defensa contra brujas y demonios, y se extendió la costumbre de colocar unas ramitas en las entradas de las casas.

Para quienes gustan de rituales, hoy 13 de diciembre, día de Santa Lucía, se quema el muérdago de la buena suerte que ha estado un año detrás de la puerta de cada y con ello se eliminan los males que ha acumulado durante el año. El muérdago de la buena suerte se reemplaza por uno nuevo que este día se regala a aquellos que deseemos buena suerte durante el año. La razón de que este ritual se realice en esta época y no en otra es porque se recolecta en estas fechas.

Pero, ¿qué tiene que ver el muérdago de la buena suerte con los besos?
Parece ser que surge del hecho de que es la puerta de entrada a la casa el lugar donde se intercambian los besos con las visitas. De todas formas, fuera éste u otro el origen, quienes transmitieron estas tradiciones fueron los anglosajones, entre los que se estableció la costumbre colgarla del techo y que presidiera las fiestas de Navidad y Año nuevo.

Se popularizó la costumbre de que traía buena suerte si el chico que sorprendía a una chica bajo el muérdago podía besarla (excusa perfecta para aprovechar). Si el beso se producía en Nochebuena, la mujer besada encontraba el amor buscado o conservaba el que ya tenía. Si era una pareja la que se besaba, entonces ese año tendrían un hijo. Esta tradición fue recogida por Charles Dickens en su novela Los papeles póstumos del Club Pickwick

Aunque hay quienes buscan sus propias formas de cumplir con  la tradición...