24 enero 2013

Acerca del crowdfunding

Muchos de vosotros os preguntaréis qué es eso del micromecenazgo. Muchos nos hemos preguntado (yo también muchas veces) si una pequeña aportación como 5€ lleva a algún sitio. Si con eso se puede hacer algo. Si merece la pena. Puede que no sirva para nada, si al final siempre es lo mismo. Que no es posible...

En verano de 2011, me fui al Festival de Narración Oral en Inglaterra FATE (Festival At the Edge) organizado por Peter Chand al que había tenído la suerte de conocer en la reunión europea de narradores (FEST) que se celebró en Toledo en junio de 2011 organizada por AEDA (Asociación de profesionales de la narración oral en España). Bueno, pues a raíz de aquel encuentro, otro amigo y narrador, Tom Goodale, me invitó al FATE, que aquello lo tenía que ver. Con lo poco que me cuesta hacer una maleta y subirme en un avión, dos meses después volaba con Elena a Liverpool a ver aquello con mis propios ojos.

Me quedé fascinada. Un festival de Narración Oral, con narradores venidos de África, Norteamérica, grupos musicales, actuaciones en la calle, tenderetes, cantina... Para mí aquello era como un Etnosur pero sólo de cuentos. Y lo mejor de todo: autofinanciado. Más de cien voluntarios y varios comités organizadores se encargaban de todo aquello. A mi vuelta no tenía otra cosa en la cabeza: ¿se podría realizar algo así en España? ¿En menor escala? ¿Un evento de narración autofinanciado, sin organismos públicos, sin subvenciones? 

Poco tiempo después, la clave me la dio mi amiga Nuria: "piensa Patricia que un poco entre muchos hace un bastante". Después, empecé a ver proyectos que se financiaban mediante micromecenazgo: gente que puede ver publicado su libro, otros editar su disco o incluso hacer películas.

Así surgió la idea. En la primera edición del Cuentacuarenta, el micromecenazgo fue presencial: una vez visto el espectáculo, el público aportaba su granito de arena. Fórmula que nos gusta y que vamos a seguir manteniendo.

Pero en 2013 hemos querido ir un poco más allá. Llegar a aquella gente que no vive en Ávila pero a la que le gusta la cultura, los cuentos y divertirse. A mucha gente, que le gusta visitar otras ciudades y ver cómo se lo montan. Ofrecer también la posibilidad a los abulenses de "adelantar" esa aportación para ayudar a sufragar los gastos previos que requiere organizar un evento así, por ejemplo: impresión de cartelería, impresión de lonas, chapas, compra de billetes de trenes para los invitados, reservar alojamientos, pagar alquiler de equipo de sonido y luz... 

Cuando uno se sumerge en el mundo de las plataformas crowdfunding se vuelve loco. Así que escogimos "My major company" porque conocemos a las personas que la llevan, y nos garantizaron la seguridad de la misma. Y si teníamos algún problema podiamos hablar con ellos directamente.

¿Cómo se hace una aportación en "My major company? Muy fácil:

1º.- Métete en la página: http://www.mymajorcompany.es/projects/cuentacuarenta
2º.- En la columna de la derecha verás una lista: Cuenta5, Cuenta10... Pincha en la que quieras.
3º.- Rellena los campos para hacerte usuario de la Plataforma
4º.- Te saldrá una ventana para que rellenes datos personales. Es totalmente segura. No se efectúa el cargo hasta que se haya completado el total de la recaudación. Si no se consigue, no se os carga.


Hasta el 17 de febrero tenemos de tiempo para llegar a esos 2.000 € que se necesitan para arrancar. Gracias por vuestra colaboración.


21 enero 2013

II Cuentacuarenta

No tenía intención de lanzarlo de nuevo y meterme en este embolado. Eso pensaba yo en junio de 2012. 
En julio, la Asociación Autismo Ávila nos pidió una colaboración. De ahí a montar la asociación cultural Cuentacuarenta fue cuestión de una semana y en agosto ya me ví ideando la campaña de sensibilización sobre autismo e incluirla dentro del Cuentacuarenta. Ese embolado en el que no quería zambullirme nunca más (sin un montón de pasta que pudiera sufragar los gastos de los profesionales y dejar de pedir favores).

Y como buena cuentista, tengo la boca grande y la lengua larga, se lo empecé a comentar a los amigos. Así, unos se iban ofreciendo para echarme una mano con los patrocinios, otros con la difusión en los medios, otros para buscar presupuestos...

En octubre me ví envuelta entre libros sobre autismo extrayendo frases, citas, palabras que pudieran explicar a los profanos en el tema como yo en qué consiste algo tan especial y tan particular como el TEA. Y después, en buscar espacios para las sesiones, bares para las rondas, comercios que nos apoyen para poder sufragar la cartelería...

Una vez más, por segunda vez, vivo un enero de locura preparando una actividad para la ciudad de Ávila. Porque me gusta Ávila, lo reconozco y me gusta pasarlo bien. Y qué mejor forma que pasar el invierno cuaresmal con historias que abrigan y alimentan.

Desde este blog y de forma particular agradezco a mis compañeros de profesión, los contadores de historias que quieren apoyar el proyecto, viniendo a Ávila sin saber qué van a cobrar por su trabajo al igual que los músicos que van a venir a la Rondas, que Olga, la diseñadora que por segundo año nos hace la imagen del Ciclo; Laura, que es especialista en patrocinios y nos ha ayudado con el crowfunding, Carmen que se ha pasado semanas buscando presupuestos, Helena y Willy de Qué te comunico que están moviendo las redes sociales de forma espectacular. Y a otros muchos que todavía no están pero que estarán echando un cable donde haga falta para que esto salga. Porque va a salir. De esto estoy segura.

Si queréis saber de qué va esto podéis mirar: http://www.mymajorcompany.es/projects/cuentacuarenta

También estamos en twitter: @Cuentacuarenta
Facebook: Busca Cuentacuarenta y pincha me gusta o directamente:  
http://www.facebook.com/pages/Cuentacuarenta/123876114442402?ref=hl

El blog pronto estará, lo estamos poniendo bonito. Y la programación, también estamos acabándola.
Ah! ¿Y que cuándo es? Del 23 de febrero al 23 de marzo de 2013.
El 23 en la lotería es el número del cocinero. Nos gustó porque estamos convencidos que los contadores de historias somos cocineros de historias y alimentamos almas (que es casi tan cursi como cierto).

Freud y yo


Si me dan las palabras “Sigmund” y “Freud” me vienen a la mente otras como “psicoanálisis” o “interpretación de los sueños”. De la primera (del psicoanálisis) sé poco pero desde pequeña me obsesionan los sueños y sus símbolos.

Hace años que los escribo para recordarlos y me gusta darles interpretaciones propias, alejadas de cualquier diccionario y de su simbología. Me gusta fantasear con ellos, me enredo en ellos, los continúo e imagino finales o principios y añado personajes según me venga. En mi época de estudiante, después de estudiar me dormía para integrar lo aprendido. E incluso ahora, las ideas creativas me vienen justo antes de dormir.

De cómo acabé en un aeropuerto a las dos de la tarde arrastrando una maleta con las obras completas de Freud es una larga historia. El caso es que en el asiento trasero de mi coche, se sienta la maleta desde hace ya varios meses. La razón de no subirla a mi casa es porque vivo en un cuarto sin ascensor y el saber de Freud ocupa lugar y pesa mucho.

Desde entonces mi libreta de los sueños está en blanco. Soy incapaz de recordar ninguna de mis imágenes oníricas. Por más que lo intento. Duermo más horas de las que acostumbro e incluso hasta me echo la siesta, pero no hay forma de retenerlos.

Lo peor de todo es cuando subo al coche. Al principio apenas venía ningún pensamiento, pero con el paso de las semanas, en cuanto llevo cinco minutos conduciendo, parece que tengo a Freud en el asiento de atrás acribillándome a preguntas: “¿por qué no puedes recordar los sueños? ¿Acaso es que estás en tal punto de estrés? ¿Quizá le quieres dar la espalda a tu subconsciente? ¿O es que vives en tanta monotonía que ni te vienen los sueños?”

Quiero abandonar la maleta en alguna cuneta. E incluso he pensado en vender las obras en algún rastro. Pero ni siquiera he sido capaz de abrirla. Creo que si la abro, ya no habrá remedio. Las paredes de mi coche pronto se impregnarían del espíritu de Freud. Las preguntas me acosarían hasta el fin de mis días. No soñaría nunca más. No. Mejor no abrirla. Mejor esperar a encontrar alguien a quien le importen un pito sus sueños y tenga desocupado ese lugar del saber donde el saber de Freud ocupe su lugar acorde a su peso.